Escrito por elecuatoriano el 13 de febrero, 2011
eldia.es - Los inmigrantes no son un único colectivo -por lo que su respuesta ante la crisis es variable-, pero muchos no tienen más opción que volver a sus países. Además, el paro galopante obliga a canarios cualificados a plantearse emigrar para encontrar un trabajo acorde a su formación
¿Cómo es la nueva migración que se viene produciendo en las Islas a medida que avanza la crisis? Esta fue la pregunta que respondieron los seis invitados de esta semana de EL DÍA ante una nueva realidad económica y social que se impone en el Archipiélago. A la cita acudieron Juan Francisco Martín, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL); Rodrigo Martín, presidente del Colegio de Médicos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife; Alberto Cruz, estudiante de Ingeniería Técnica Agrícola; Diego Salgado, presidente de la Charrúa de Tenerife -que agrupa al colectivo de uruguayos en la Isla-; Marcelo Arregui, uruguayo en el paro, y Las Sangare, presidente de la Asociación de Jóvenes Africanos.
El debate lo inició Rodrigo Martín, que señaló nada más comenzar que es “ilógico” que la Sanidad canaria catalogue como profesión de difícil cobertura a la medicina -lo que permite realizar contrataciones de profesionales en origen- cuando en Canarias hay médicos suficientes. “Pero no los quieren contratar”, denuncia. “Incentivan la inmigración de este colectivo y les hacen contratos precarios”, lamenta. “Ellos vienen porque las condiciones de sus países -mayoritariamente Cuba, Venezuela y Colombia- son peores, pero la forma en la que los traen incentiva a su vez que también se vayan”, explica. De los 4.000 médicos que hay en Tenerife, apunta, 700 son extranjeros, de los que la crisis ha empujado al exterior -no necesariamente a sus países de origen- a unos 350. Tan solo en 2010, en toda España se fueron 1.640 médicos afuera, según Martín, si bien reconoce que las cifras que maneja el Gobierno central -500- son inferiores.
Juan Francisco Martín aclaró que en Canarias hubo una emigración importante entre el siglo XVIII y la década de los años 70 del siglo XX que fue, de forma mayoritaria, “por hambre y miseria”. Pero la situación cambió a partir de entonces y en las últimas décadas la partida migratoria cambió de signo: las Islas se volvieron receptoras de inmigrantes. El proceso inmigratorio -que se nutrió de manera principal de latinoamericanos, pero también de africanos- vino acompañado, además, por el retorno de un buen número de canarios que se habían ido en los años previos. En el caso de los africanos y de algunos latinoamericanos (principalmente bolivianos, ecuatorianos y peruanos) abundaba la mano de obra barata, personas sin cualificación que guardaban expectativas de volver a sus países. Pero también había otros colectivos inmigrantes -provenientes de Cuba, Argentina, Uruguay o Venezuela- que presentaban un mayor nivel de formación y que, al contrario del resto, se había marchado de sus países sin pensar en volver.
Entre otras profesiones, los inmigrantes de estos últimos países incluían médicos que veían en España una mejor oportunidad para desarrollar su carrera, pero con la crisis -coincidió con Rodrigo Martín- “muchos se plantean irse a terceros países”. De hecho, advierte, las cifras oficiales revelan que de España se marcharon el año pasado un millón de personas, “aunque esa cifra es seguramente inferior a la real, que podría ser el doble, porque los que se van pueden llegar a estar inscritos en varios padrones municipales a la vez y no se dan de baja en ninguno al irse”.
En Canarias, aclaró, el saldo migratorio “ya es negativo” y eso sin contar con las migraciones interiores que se dan dentro de España y las que se producen en el espacio comunitario. “La nueva migración que se produce ahora no se parece en nada a las anteriores”, sentencia. La demanda de profesionales españoles que hace Alemania, por ejemplo, “se percibe como buena” para los dos países. “Veo bien este nuevo proceso de libre circulación de trabajadores que se ha abierto en Europa”.
En todo caso, advierte, el segmento de inmigrantes que más piensa en volver a sus países son los que carecen de formación. “Dentro de este grupo despuntan los bolivianos que, paradójicamente, no es el más numeroso, y también los marroquíes”.
Diego Salgado fue el tercero en intervenir. Aunque su país es uno de los que Juan Francisco Martín incluyó en el grupo de los que sus emigrantes no piensan en el retorno de forma prioritaria, la realidad es que Salgado conoce varios casos de compatriotas en esa situación entre los que viven -o vivían- en Tenerife. La mejora de las condiciones económicas de su tierra explica, en parte, esta situación, además de la propia crisis española. Destaca que la proximidad entre Uruguay y las Islas en el idioma, el clima y la cultura ayuda a que la integración de los uruguayos en el Archipiélago sea “relativamente fácil”. Asegura que hasta 2009, el saldo migratorio proveniente de Uruguay a Tenerife fue positivo, pero en 2010 la tendencia cambió de signo por primera vez, y para este año espera un incremento en el número de retornados. “Muchos vuelven sin convencimiento porque lo hacen en malas condiciones económicas, con lo que volver a empezar en Uruguay no es partir de cero, sino de menos cero: dejan deudas en España y, a veces, tienen compromisos pendientes de antes de emigrar la primera vez”, indica. “Al país vuelven ahora unas 100 familias al mes, especialmente de EEUU y España”. Salgado advierte de que antes de tomar esa decisión, “los inmigrantes siempre agotan todas las opciones”.
En este punto, Juan Francisco Martín precisó que la realidad descrita por Salgado -que confirma su postura sobre el saldo negativo de la migración en Canarias- contradice el discurso que sostienen algunos partidos políticos -Coalición Canaria (CC) de forma preponderante- que subrayan que la población en el Archipiélago creció en 600.000 personas en los últimos 12 años y dan a entender que sigue aumentando. “La cifra no es cierta: crecimos en unas 200.000 personas en ese periodo, y ya no lo hacemos”, rebate. “Lo que es peor: ese discurso vincula el paro al crecimiento poblacional, un argumento que encuentra fácil arraigo en una población que padece una crisis importante”, acota. Por lo tanto, concluye, “este planteamiento es demagogia”.
Sus ideas encontraron respuesta inmediata y contundente en Rodrigo Martín, que añadió a la discusión el siempre polémico debate entre el respeto a las diferencias culturales frente a la necesidad -y la exigencia, al menos en el plano social- de la integración de los inmigrantes a las costumbres de la tierra de acogida. “En Canarias no hay problemas con las culturas extranjeras, pero algunas que se distancian más -en alusión a las africanas por contraposición a los países latinoamericanos- y hay muchos que se empeñan en mantener costumbres que nos resultan extrañas, desconocidas”, argumenta. “Es un discurso útópico, esa situación es inviable” opina. “A cualquier parte donde han ido los canarios, se han adaptado a su nuevo país, aquí pasa lo mismo”.
“Pero nadie se los impuso, no se puede imponer a la fuerza” objetó Juan Francisco Martín. “No es que se imponga, por supuesto que los inmigrantes mantendrán sus costumbres, pero deben integrarse a la cultura canaria”, insistió Rodrigo Martín, quien aboga por que las universidades canarias “calculen con las fórmulas que ya existen para esta materia” la carga poblacional que puede soportar el Archipiélago. “Somos un territorio acotado y hay un límite para crecer, especialmente cuando se trata de culturas muy distintas”.
Juan Francisco Martín reiteró que el flujo inmigratorio a las Islas dejó de crecer -”ya es negativo”, insistió- y asegura que “la crisis está resuelta en su vertiente económica, pero no se generará empleo hasta 2013, cuando se note el repunte de la actividad”. “La recuperación será lentísima”, contradijo Rodrigo Martín. “Y por ahora, siguen llegando inmigrantes”, añadió sin llegar a un acuerdo con Juan Francisco Martín.
Texto: CARLOS ACOSTA/DORY MERINO
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